México Bronco: Pobreza y Narcotráfico
Por el Sociólogo José Carlos Serrano Vargas
En abril de 1977, Jesús Reyes Heroles cuando era Secretario de Gobernación de José López Portillo, durante el famoso discurso de Chilpancingo, acuño el términos de “México Bronco” refiriéndose al México capaz de levantarse en armas y luchar hasta la muerte como lo ha hecho en otros pasajes de nuestra historia, cuando advirtió que la "intolerancia sería el camino seguro para volver al México bronco y violento" ya que a partir del movimiento estudiantil de 1968 se generalizó la crítica al autoritarismo del sistema político y se incrementaron los movimientos guerrilleros en nuestro país, fue Reyes Heroles el artífice de Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales que dio paso a nuestro actual sistema plural de partidos políticos. Lamentablemente, la inclusión de diversas formas de pensamiento en el sistema político no ha sido suficiente para disminuir la pobreza y el aumento radical de los antagonismos de clase que tanto han dañado a nuestra nación.
México es un país con inmensas riquezas naturales, históricamente gobernado por los más ricos, lo cual ha producido niveles dolorosos de pobreza extrema. De acuerdo con los datos definitivos del Censo de Población y Vivienda del INEGI en 2010, en México hay un total de 112 millones 336 mil 538 de habitantes, de los cuales 52 millones viven en la pobreza, es decir el 46.3% mientras que 11.7 millones de ellos viven en pobreza extrema, es decir; carecen de los más elemental para poder mantener un nivel de vida digno y necesario para garantizar su sobrevivencia, esto representa, el 10.4% de la población total.
Paradójicamente, al mismo tiempo hemos sido capaces de generar a algunos de los hombres más ricos del mundo como Carlos Slim que encabeza la lista por segundo año consecutivo con una fortuna calculada en 70 000 millones de dólares.
Lamentablemente, la distribución de la riqueza en nuestro país es una de las más inequitativas del mundo ya que contamos con grandes zonas que compiten en pobreza con los países más pobres del planeta, sin embargo, el imaginario social dominante en nuestra nación, dice que todo está bien, y con esa ideal nos gobiernan un puñado de ricos a los que nunca les falto nada, ni saben lo que es no tener que comer, ni han tenido que ver a sus hijos llorar de hambre; esos mismos que no entiende por qué la gente se queja de hambre, si la cubeta de pollo frito en el kentucky fried chicken cuesta como $200 pesos y trae 12 piezas o tampoco entienden por qué a la gente no le alcanza un salario de $ 60.00 pesos diarios. Esos mismos son los que no entienden por qué cada día son más las personas que deciden ingresar a las filas del narcotráfico en lugar de ver a sus familias vivir en la miseria.
El problema en México no es solo el desempleo, que ya casi alcanza el 5% en la población económicamente activa, sino los miles de empleados y subempleados que deben sobrevivir con salarios de hambre o mini salarios, viviendo con graves carencias y viendo cómo cada día sus sueños se vuelven irrealizables. Paradójicamente, los medios de comunicación y la publicidad en general les hablan de un mundo feliz que sólo se puede alcanzar comprando cosas, y cosas cada vez más caras. Eso hace que el sueño de nuestros jóvenes en la provincia mexicana sea poder irse cuanto antes a los Estados Unidos para comprar su “troca” y poder enviar dinero a sus familiares.
Según datos emitidos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) existen aproximadamente 7 millones de jóvenes en edad productiva que pertenecen al sector NI-NI, es decir; que ni estudian ni trabajan. Esto se debe a que nuestro sistema de gobierno no ha sido capaz de crear proyectos para generar mayores expectativas y oportunidades para la población juvenil, olvidando por completo que, en un futuro, esos jóvenes se harán cargo del país. Los llamados NI-NI son una bomba de tiempo que el gobierno no ha podido desactivar y sin duda, una gran parte de esos jóvenes pasará a formar parte de los cárteles de la droga, y en poco tiempo tendremos que invertir en nuevas armas para matarlos o meterlos a la cárcel.
Pero ¿Qué pasa con los pocos jóvenes que si encuentran trabajo? Pues tienen que soportar salarios que muchas veces no cubren ni los costos de desplazamiento, ni los gastos de alimentación. En México, desde hace años, la escuela dejo de ser el principal motor de movilidad social, ya que ahora, gran parte de los desempleados tienen un buen nivel de escolaridad e incluso entre más estudios tengan más se les dificulta encontrar empleo, porque el sistema actual requiere de trabajadores genéricos, es decir; sin educación para que no reclamen, sea más dóciles y tengas expectativas de vida que se puedan cumplir con $60.00 pesos diarios.
Por eso, entre otras cosas, ha crecido tanto la delincuencia organizada y el narcotráfico en México, y también por eso despertó “el México Bronco” del que hablaba Reyes Heroles, y está dispuesto a luchar, no sólo contra el gobierno, sino también contra grupos delictivos enemigos que quieran disputar sus plazas, esta lucha a muerte ha alcanzado niveles de salvajismo y violencia increíbles, superando en mucho a las mentes perversas que dirigen y escriben películas de sadismo. Hace poco, circulo en internet un video donde se veía como arrancaban cabezas con sierra eléctrica a personas vivas, por haber filtrado información entre cárteles de la droga. Lamentablemente, cada vez se hace más común ver cuerpos mutilados y torturados en las plazas públicas, llegando incluso a ser considerado como normal tanto salvajismo.
Pero sería muy fácil culpar a Felipe Calderón de toda esta muerte, la verdad es que este proceso de descomposición social lleva varias décadas e incluso está por encima de partidos políticos e ideologías, de eso podemos dar cuenta los que vivimos en Michoacán, un estado gobernado por la izquierda por dos periodos consecutivos, en los cuales tuvimos que enterarnos de hermanos incomodos y de más corruptelas que desembocaron en el famoso “michoacanazo” que ilegal o no, dejo claro que la delincuencia es capaz de adaptarse a cualquier partido o ideología.
Pero lo que si nos queda claro es que en México, desde hace décadas se rompió el “pacto social”, ese contrato del que nos hablaba Juan Jacobo Rousseau, en el cual se establece que para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social, que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza. De este modo el Estado es la entidad creada para hacer cumplir este contrato y velar por los derechos de los ciudadanos. Por eso los ciudadanos respetamos las leyes, obedecemos los reglamentos, pagamos impuestos, permitimos que haya jueces, diputados, senadores y presidentes con sueldos millonarios, para que tengamos seguridad, empleo, vivienda y sobre todo un mejor futuro para nuestros hijos. Ese contrato imaginario dice que todos somos iguales ante la ley, pero lamentablemente en nuestro país, como diría George Orwell en su libro la Granja “todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros”
De este modo, el narcotráfico es un síntoma de un enorme proceso de descomposición social y perdida de fe en las instituciones que sostienen al Estado, los mexicanos ya no creemos en la justicia. Ese sistema de jueces millonarios con sueldos mayores a los $300, 000.00 pesos diarios, en un país donde la mayoría de la población es pobre, es simplemente un insulto. Pero además, por si fuera poco, ese sistema de justicia es ineficiente, las cárceles no están llenas de culpables sino de pobres que no han podido pagar un buen abogado, y de eso la película “presunto culpable” nos dio sólo una muestra de ello.
Los únicos empleos más o menos bien remunerados que ha podido generar nuestro actual gobierno, son los de los policías y soldados que han venido a reforzar el sistema represor y el aparato de control del Estado. Cada vez que los mexicanos vemos esas enormes caravanas de soldados y policías fuertemente armados no dejamos de pensar que con el costo de una sola de esas armas se podrían comprar muchos libros y por cada tanqueta que desfila en esas caravanas casi interminables se podría construir un buen salón de clases. Es innegable que esos miles de soldados y policías con todos sus vehículos y armamentos representan dinero que podría servir para generar empleos, mejorar la educación y brindar mejores oportunidades a nuestros jóvenes.
“Nuestra guerra contra el narcotráfico” produce más muertes que muchas guerras internacionales, pero lo más ridículo es que nuestros gobernantes piensan que van ganando, sin darse cuenta que se enfrenta ante un enorme monstruo peor que la “Hidra de Lerna” del que habla mitología griega, a la cual por cada cabeza que le cortaban le salían dos y ya tenía cientos de ellas. Basta recordar que durante el sexenio de Vicente Fox, la PGR había detectado la presencia de siete cárteles de la droga bien estructurados y protegidos; hoy en el sexenio de Calderón, estos cárteles se han multiplicado, pero además se han diversificado en sus actividades, ahora entre otras cosas; secuestran, controlan contrabando y piratería, juegos de azar e incluso proporcionan seguridad contra la delincuencia común por cuotas a los establecimientos. Pero para colmo el sistema de seguridad del crimen organizado resulta ser más eficiente que el Estado proporciona en Seguridad Pública. Como en la película de los “siete magníficos” de 1960, dirigida por John Sturges, los pueblos mexicanos para acabar con los malos y delincuentes han tenido que recurrir a otros más malos para que les ayuden, porque los buenos nunca llegan. Yo mismo he tenido que ver cómo, pese a vivir en un estado saturado de miles de militares y policías federales, si un día necesitas un policía, nunca llega, sin importar cuantas veces les hables por teléfono y les ruegues que vayan a ayudarte.
Aun así les queda duda a muchos políticos sobre ¿Por qué se despertó el México Bronco?, ¿Habrá algún optimista que piense que Felipe Calderón es la reencarnación de Heracles, el único héroe capaz de vencer a la Hidra de Lerma? Sinceramente, lo dudo, simplemente creo que esta “guerra contra el narcotráfico” no es más que una excusa para no atacar los problemas de raíz de nuestro país, cambiar radicalmente a nuestras instituciones y producir un cambio verdadero que permita una distribución de la riqueza más equitativa, porque no me cabe duda que si hubiera buenos sueldos y trabajo suficiente, nuestros jóvenes pensarían dos veces antes de sumarse a las filas de la delincuencia organizada, que dicho sea de paso resulto estar mucho más organizada que lo que Felipe Calderón y sus asesores pensaron.
Según estudios de la UNAM el 37% de los adolescentes abandonan la escuela antes de terminar la secundaria, lo que equivale a más de una tercera parte, y se advierte que esta cifra podría aumentar debido a las condiciones económicas. Pero nuestro sistema de educación también es otra mafia, peor que todos los cárteles juntos, es fuente de trabajo fácil, venta de plazas, disposición de masas para hacer plantones y marchas que hagan quedar mal a cualquier enemigo político o partido en el poder. Cualquiera que quiera gobernar en nuestro país tendrá que negociar con los maestros, para que lo dejen trabajar y los líderes sindicales no manden a los agremiados a hacer desmanes o tomar plazas. Lamentablemente, en la Secretaria de Educación Pública, todo es más importante que la educación.
En la provincia mexicana, nuestros jóvenes que no piensan emigrar a los Estados Unidos, sueñan con tener en sus manos un arma de grueso calibre, de preferencia un “cuerno de chivo” porque los corridos, películas, novelas, periódicos y revistas se han encargado de incrustar en el imaginario colectivo de nuestra juventud esa fantasía. Nuestro gobierno en cambio, lo mejor que puede ofrecer a nuestros jóvenes, incluso con estudios superiores, es vestirlos de verde o azul y mandarlos a matar a otros connacionales.
¿Qué se puede hacer? Educar, enseñar a la gente a trabajar en equipo, a buscar soluciones conjuntas, para crear cooperativas que les permitan no depender de patrones despiadados para poder ganar un salario decoroso. Si alguna enseñanza nos ha dejado esta guerra contra el narco es que los mexicanos si nos podemos organizar, sino basta ver la logística y la administración necesaria para mover tantos kilos de droga y controlar “empresas” que manejan el mercado negro; si toda esa inteligencia y capacidad se canalizara hacia actividades productivas no delictivas, sin duda seriamos capaces de crear muchas empresas que competirían con los grandes consorcios internacionales.
Pero también nos queda esa enorme deuda de dolor, esos miles de hogares que han visto morir a sus hijos en uno y otro bando, esas familias que han tenido que velar cabezas a falta de cuerpos y esos miles de jóvenes que han crecido sin padres, que han visto como matan a sus hermanos y muchos de ellos, sin duda piensan en la venganza. Pero otros más están cansados de tanta ineficiencia y simulación por parte de las autoridades, de esos a los que le pagamos para que nos defiendan y que se han mimetizado con la delincuencia.
Debemos de empezar a cicatrizar heridas, de enseñar a nuestros jóvenes que se puede vivir de una forma distinta, que tanta muerte injustificada no es normal, que con tanto odio solo estamos generando más odio, que debemos detener este espiral destructivo, porque si no es así, ¿Cómo paramos al México Bronco?
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