Morelia Michoacán, a 10 de septiembre de 2011
¿Qué hacer para la Paz y la Libertad?
Por el Sociólogo José Carlos Serrano Vargas
Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca
y si al alma su hiel toca esconderla es necedad
sépase pues libertad a engendrado en mi pereza
La pobreza
Francisco de Quevedo
(1580-1645)

Los conceptos de paz y libertad están estrechamente vinculados con el de seguridad, la noción de seguro en los individuos se compone de dos aspectos importantes: uno subjetivo, que consiste en la calidad de sentirse seguro y el otro objetivo, que consiste en la ausencia real de peligro, daño o riesgo. La paz y la libertad dependen del grado de seguridad que tengan los individuos para realizar sus actividades cotidianas y principalmente, sus proyectos de vida.
Los psicólogos y los sociólogos coincidimos en que sentirse seguro es fundamental para el sano desarrollo del individuo ya que sin seguridad los estados emocionales se alteran, se producen trastornos de ansiedad y muchos otros problemas psicológicos y mientras que; sociológicamente, el grado de cohesión social disminuye gracias a la pérdida de confianza en el otro.
Pero lo más grave de la falta de seguridad en la sociedad es que se rompe el pacto social, ese pacto simbólico que tenemos los ciudadanos con nuestras autoridades y que garantiza la legitimidad del Estado. Los ciudadanos respetamos las leyes, pagamos impuestos y obedecemos civilmente porque eso nos permite vivir en sociedad y sentirnos seguros, para poder invertir, crecer y creer en nuestro país. De este modo mantener la paz, la libertad, la seguridad y la justicia son las principales funciones del Estado, por esa razón los ciudadanos permitimos que existan diputados, senadores, magistrados, jueces, presidentes, etc.
Lamentablemente, hemos tenido que observar como nuestras autoridades se mimetizan con la delincuencia, haciéndose una sola cosa ante nuestros ojos. Los delincuentes resultan ser amigos, familiares y hasta hermanos de nuestras autoridades, aumentando dramáticamente la pérdida de confianza en nuestro sistema de gobierno.
¿En quién podemos confiar cuando descubrimos que los delincuentes y los gobernantes son la misma cosa? ¿Cómo se justifica socialmente que jueces, magistrados y ministros, como representantes del poder judicial, tengan unos sueldos millonarios, si los delincuentes y demás enemigos de la sociedad están libres y prosperando?
Por otro lado, el inmenso gasto que representa para la sociedad la realización de elecciones y el pago de salarios de diputados, senadores y demás gobernantes carece de sentido cuando vemos que los partidos existentes no tienen autoridad moral para pedirnos el voto. Como en un cuento de Kafka, vemos como la “izquierda” ha tenido que rascar entre lo peor de la derecha para buscar a sus candidatos, cuando notamos que la derecha vive en un país muy distinto al nuestro, ya que describe realidades que no corresponden con la dimensiones percibidas por el grueso de la población, y dice cosas como: “el salario alcanza” “estamos disminuyendo el desempleo” “estamos avanzando mucho”.
¡Avanzando!, ¿Hacia dónde? Si la realidad en las calles es muy distinta: secuestros, amenazas, delincuencia, desempleo, pobreza, etc. Hace unos meses, mi hijo de 10 años hablo conmigo, con una seriedad inhabitual en un niño de su edad y me dijo: “Papá tengo miedo, mis compañeros dicen que si seguimos haciendo enojar a los narcos van a venir a matarnos a la escuela” poco después, mientras comíamos, se oyeron unos cuetes y él se veía muy asustado, a los demás nos fue inevitable una carcajada, mientras yo le explicaba con voz de sabio:“Son cuetes hijo, están festejando algo, los balazos se oyen de una forma muy distinta” al otro día nos enteramos que si había sucedido una balacera y muy cerca de la casa.
Lo más contradictorio es cuando vemos como se pintan las calles de nuestra Morelia de azul o de verde, con grandes caravanas de policías y soldados que pasan a gran velocidad alterando el tráfico, casi siempre innecesariamente, sólo para parecer más impresionantes, lucen sus armas costosas, sus vehículos, sus uniformes y sin embargo, la delincuencia en las calles crece. Hace unos días me robaron el estéreo de mi carro enfrente de mi casa, en una privada, hasta hace poco muy segura. Al jardinero, que es una persona de la tercera edad, lo asaltaron y lo golpearon hasta al cansancio, mientras todos los vecinos se encerraban, nadie lo ayudo, ni hablo a la policía, ¡para qué si nunca vienen! el señor se quedo sin herramientas y sin dinero en plena luz de día.
La pérdida de fe en nuestras instituciones se debe principalmente a que, en todos los niveles de gobierno, las promesas de campaña se las lleva el viento ya que gane quien gane en las elecciones los puestos más importantes se los van a dar a sus amigos, a los que apoyaron la campaña, a sus parientes, a sus amantes, a los de más bajo perfil, etc., pero muy pocas veces a los más capacitados y más competentes, simplemente porque no estuvieron en la campaña. Resulta muy buen negocio entonces trabajar en la campaña tres o cuatro meses y descansar con goce de sueldo 6 años; resulta mejor dedicarte a reclutar seguidores que estudiar y prepararte para un mejor país, al fin y al cabo los políticos no se distinguen por su gran bagaje cultural, basta oírlos hablar para comprobarlo.   
Pero ¿qué hay de nuevo en esto?, si esto lo hemos soportado por años y hemos aprendido que es algo completamente normal, pero el problema es que la inseguridad en México no es sólo un gran inconveniente, en realidad es un síntoma de un fenómeno mucho mayor, es un mensaje que nos llega del pasado, en el que nos recuerdan lo mal que hemos hecho las cosas desde hace años, es un recordatorio de que no fuimos capaces de crear los empleos necesarios, ni salarios competitivos, de que el dinero que debió invertirse en educación y en salud acabo en la casa de algún funcionario corrupto, de que los sindicatos vendieron las plazas a aviadores, de que los burócratas no hacen nada, de que nadie le rinde cuentas a nadie y al final del sexenio nadie sabe donde quedo la bolita.
Es en estos momentos de crisis donde se hace evidente que las personas que tomaron las decisiones importantes, no fueron ni las más capaces, ni las más preparadas, ni las mejores. Pero en su momento eso no nos importó y dejamos que los funcionarios regalaran puestos importantes y sueldos grandiosos como si fueran flores o chocolates y gracias a que dejamos pasivamente que hicieran todo esto en el pasado, el día de hoy, mi hijo tiene miedo y yo no le pueda hablar de Paz y Libertad porque cada vez que mis hijos salen a una fiesta o se van a la escuela no puedo evitar pensar en cuyos hijos nunca regresaron, incluso aunque pagaron el rescate.
Pero tener miedo tampoco es algo nuevo en la sociedad mexicana, vivimos con miedo desde hace muchos años, en nuestro país incluso los soldados nos dan miedo, cada año, el 2 de octubre, el sistema nos recuerda que en caso de que protestemos el ejército está dispuesto a dispararnos con tan sólo una orden presidencial y por eso mejor murmuramos en los rincones de nuestras casas, que las cosas están muy mal y por miedo hemos tolerado muchos años de corrupción y despilfarro.
Pero, todo tiene un límite, en todas partes del país los ciudadanos están saliendo a las calles a gritar “ya basta”, enormes caravanas recorren la nación con la esperanza de lograr que nuestros gobernantes se den cuenta que ya no estamos dispuestos a seguir soportando lo mismo, que después de que te matan lo que más amas ya no queda más que te puedan hacer, porque ya no queda más paz, ni libertad, ni justicia.
Es tiempo de atrevernos a cuestionarlo todo, la sociedad civil no se quedara callada ante tanta humillación y tanto insulto, México está cambiando y no podrá volver a ser el mismo, desde ahora nuestros gobernantes tendrán que andarse con cuidado y los ciudadanos debemos saber, “gane quien gane” ¿a quién y por qué pusieron en cada puesto importante? No podemos seguir permitiendo que nos gobiernen los más mediocres, aquellos quienes principal virtud fue mandar a pintar bardas en tiempos de campaña, necesitamos que el intelecto llegue al poder, México es un país de gente inteligente y sólo los mejores podrán resolver lo que tantos años de mediocridad y compadrazgo han destruido.
Ya no más miedo, los mexicanos debemos entender que quiso decir Einstein cuando dijo “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”, debemos actuar, porque sino con qué cara les diremos a nuestros hijos que fuimos los cobardes que no supimos defender ni la paz, ni la libertad, ni la Justicia.
La paz y la libertad se construyen diariamente y cada pueblo tiene el gobierno que se merece y nosotros, no nos merecemos esto. Tanta muerte no puede ser en vano, nuestra guerra es contra los mediocres y corruptos que han infestado el gobierno por tantos años, porque llenar el país de policías nos está costando, es deuda pública que no terminaran de pagar ni nuestros nietos. Miles de jóvenes sanos y fuertes que podrían integrarse al proceso productivo están tomando las armas, en ambas partes del conflicto, más por necesidad económica que por convicción, aquí no hay culpables ni inocentes, sólo víctimas de gobiernos ineficientes.
Es por todo lo anterior que me atrevo a parafrasear a Fito Paez “quien dice que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón, tanta sangre que se llevo el río, yo, vengo a ofrecer mi corazón”
Es cuánto.

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